FAMYR homenajea a guerrilleros y activistas que lucharon contra el fascismo
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Una de las frases más conocidas del dramaturgo alemán Bertolt Brecht resonó ayer en el Antiguo Instituto de Gijón. “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles”. La Federación Asturiana de memoria y República (FAMYR) quiso ayer homenajear a sus imprescindibles, a aquellos que abandonaron a familias y amigos para intentar acabar desde dentro con la dictadura franquista.
FAMYR hizo visibles a sus invisibles. Guerrilleros como Samuel Fernández, El Cabritu , langreano de 82 años, el único de los guerrilleros homenajeados que estuvo presente en el acto. A los demás, los años de lucha y las penurias les comienzan a pasar factura. Samuel Fernández, militante del PCE desde su adolescencia, se convirtió en enlace de la guerrilla republicana a los 14 años. Sufrió torturas. La primera vez que lo apresaron fue en un tiroteo en el que murió un guardia civil. Fue el 4 de marzo de 1947 en La Corralona. Lo metieron en el cuartel de Laviana, le graparon los dedos, le apalearon. Con la culata de un revólver le rompieron un brazo, la clavícula y cinco costillas. En el 48 volvieron a apresarlo en otro tiroteo. Volvieron a torturarlo. Sufrió prisión. Huyó al monte.
Manolín El de Llorio vivió 7 años en el monte y malvivió 12 en la cárcel. Pronto saldrá una biografía de su vida escrita por Jairo Fernández. Felipe Matarranz fue guerrillero, sindicalista y fundador del Foro de la Memoria del Oriente de Asturias.
No sólo los guerrilleros recibieron homenaje. FAMYR también agasajó a Faustino Zapico, uno de los artífices de la habilitación de una fosa común en Oviedo, a la Asociación del Archivo de la Guerra y el Exilio (una emocionada Dolores cabra recogió el premio) o al histórico periodista Lorenzo Cordero, que desde su columna dominical en LA VOZ sigue defendiendo el espíritu republicano.
Marcelino en la memoria El emotivo acto tuvo dos momentos culminantes. El primero, el recuerdo a Marcelino Camacho. Quiso el destino que la entrega de premios en el Antiguo Instituto se iniciara a la misma hora que el histórico líder comunista recibía sepultura en Madrid. Una enorme foto suya junto a su esposa presidió el acto. Como si el espíritu de Camacho estuviera presente en la sala, el cartelón se vino abajo poco antes de iniciarse la entrega de premios. Los presentes cantaron La Internacional en memoria del sindicalista.
Los sentimientos se desbordaron cuando José Antonio Alonso, el Comandante Robert, recogió su placa. Exiliado en Francia, a Alonso le ha llegado tarde el reconocimiento de Asturias. Espera volver cuando España sea, otra vez, republicana.
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