Juan Aznar nació en 1918 en la provincia de Murcia. Durante la guerra se alistó en el ejército republicano. Tras combatir en batallas como la de Teruel o la del Ebro, en la que
resultó herido, Juan cruzó los Pirineos en febrero de 1939 huyendo del
ya imparable avance fascista. Después de pasar por los campos de concentración en que la democracia francesa encerró a medio millón de compatriotas exiliados, Juan se enroló en una de las Compañías de Trabajadores Españoles que el Ejército francés había creado para preparar la guerra contra Hitler.
La arrolladora invasión alemana se saldó con la captura de centenares de miles de prisioneros, entre ellos más de 10.000 españoles. Terminó deportado a Mauthausen. Sobrevivió a casi cinco años de torturas, hambre, frío y trabajos forzados durante su cautiverio y allí estuvo hasta mayo de 1945 en que fue liberado el campo. Al igual que la inmensa mayoría de los supervivientes españoles de los campos nazis, Juan se quedó para siempre en el exilio.
"Yo tenía una familia en España y no podía verla, no podía volver”. La llegada de la democracia a España, tras la muerte del dictador, no cambió nada su situación. Mientras el resto de deportados eran considerados héroes en naciones como Francia, Holanda o Gran Bretaña, los españoles siguieron condenados al olvido. Y ha fallecido en Francia, el país que le acogió y le dio la nacionalidad, ya que su propia patria le había declarado apátrida y nunca le restituyó la nacionalidad española.
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La arrolladora invasión alemana se saldó con la captura de centenares de miles de prisioneros, entre ellos más de 10.000 españoles. Terminó deportado a Mauthausen. Sobrevivió a casi cinco años de torturas, hambre, frío y trabajos forzados durante su cautiverio y allí estuvo hasta mayo de 1945 en que fue liberado el campo. Al igual que la inmensa mayoría de los supervivientes españoles de los campos nazis, Juan se quedó para siempre en el exilio.
"Yo tenía una familia en España y no podía verla, no podía volver”. La llegada de la democracia a España, tras la muerte del dictador, no cambió nada su situación. Mientras el resto de deportados eran considerados héroes en naciones como Francia, Holanda o Gran Bretaña, los españoles siguieron condenados al olvido. Y ha fallecido en Francia, el país que le acogió y le dio la nacionalidad, ya que su propia patria le había declarado apátrida y nunca le restituyó la nacionalidad española.
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