martes, 3 de octubre de 2023

No hay democracia sin memoria

Artículo publicado por Patricia Manrique ante el proyecto de derogación de la Ley de Memoria Histórica y Democrática de Cantabria.
 
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Foto  de archivo del homenaje que se tributó a Jesús de Cos tras su fallecimiento
 
Se nos van marchando quienes lucharon por la legítima II República tras el golpe de Estado que inauguró una guerra civil y cuarenta años de dictadura franquista, y se van sin el reconocimiento que cabría esperar en una democracia sana. Van muriendo, incluso, muchos de sus familiares directos, personas que convirtieron su vida en un compromiso con la lucha y la memoria democrática. 
 
Doy gracias que mi amigo y admirado compañero Jesús de Cos no ha tenido que vivir este funesto momento, en el que no nos perdonaría el silencio, tantos años como pasó luchando por la verdad, que pretendía ser reparadora no sólo para él y tantos compañeros suyos tildados de criminales, de «bandidos» —Ni bandidos ni vencidos, se titulan sus memorias—, durante décadas, sino que aspiraba a contribuir a una tradición democrática que, desmemoriada, no puede ser plena.
 
De Cos es un ejemplo de cómo la represión machacó a tantos cántabros y cántabras tras la ocupación franquista del territorio en 1937. Su padre, teniente de alcalde en Rionansa, fue asesinado en un campo de exterminio nazi en 1941. Él colaboró desde los 15 años con la guerrilla antifranquista como enlace y, descubierto y detenido, sufrió terribles torturas de militares del cuartel de El Ferrol por ser clasificado por la Falange como «individuo peligroso y sospechoso, hijo de padres rojos». Una vez libre, se unió a la «Brigada Machado» hasta 1947, fecha en la que hubo de exiliarse a Francia, tras recibir un tiro en la pierna de la Guardia Civil. Sufrió en Francia la detención en campo de concentración, pero se mantuvo en la lucha antifranquista y tras su regreso a España, ya en 1986, se estableció definitivamente en Cantabria, comenzando junto a su compañera y esposa Mari Sol González, el imprescindible trabajo de reivindicación de la memoria histórica que realiza aún hoy la Asociación Archivo Guerra y Exilio (AGE).

AGE ha denunciado no solo la celeridad con que se ha buscado la derogación de la ley sino que, además, subrayan que lo primero que hizo el PP al ocupar la Presidencia del Gobierno de Cantabria, a finales de julio, fue desmantelar la Dirección General de Memoria Democrática. Y es que la derecha española, secuestrada por su ala más extrema y cerril para asegurarse el poder, exhibe una obsesión con la batalla cultural —películas, historia, monumentos… y siempre para destruir, incapaces de construir— que resulta muy expresiva de su carencia de propuestas para mejorar la vida de la gente. 
 

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