Manuel Velasco, Presidente de AGE-Andalucía nos ha enviado el 8 de mayo esta triste noticia:
Era nuestra mayor compañera en Andalucia de la Asociación Guerra y Exilio. Ha muerto a los 97 años. Era también la última alumna que nos quedaba con vida de Antonio Machado.
A pesar de esa y de otras particularidades, para los medios de comunicación, la figura de esta mujer ha pasado bastante desapercibida.
Concha recibió en 1936 clases de francés de Antonio Machado en el Instituto Calderón de la Barca en Madrid . Recordaba a su profesor como: "un hombre extraordinario y muy simpático, de sonrisa agradable y bondad en su rostro ". "Todos le queríamos mucho. Fue el mejor profesor que he tenido en mi vida" , decía.
Conocí a Concha en unas jornadas sobre la guerrilla antifranquista en Madrid, organizadas por AGE, en la primavera del año 2000. Como ella residia en Sevilla, volvimos juntos en el tren. Durante el trayecto me contó algunos episodios de su vida y me regaló un ejemplar de sus primeros diarios que costeó personalmente. Desde entonces hicimos buena amistad y comenzó a colaborar activamente con la Asociación Guerra-Exilio y Memoria Histórica de Andalucía que presido, por diversos locales sociales y centros educativos. Incluso, en una ocasión celebramos un acto con ella en mi pueblo natal, Los Corrales.
Concha Ramiréz nació en 1923 en Melilla, donde su padre, el coronel republicano Ángel Ramírez, estaba destinado desde la guerra con Marruecos. Después se trasladó a Madrid en 1936 y allí, con 13 años conoció al poeta. Fue a esa edad cuando comenzó a escribir su diario que fue publicado muchos años después.
Recordaba perfectamente el golpe de estado franquista, los bombardeos sobre la capital y el traslado a Valencia, siguiendo los mismos pasos de Machado.
De Valencia pasaron a Figueras, donde estuvieron un tiempo antes de poder cruzar la frontera para exiliarse en Francia. Los primeros meses fueron tranquilos para su familia, hasta que se produjo la ocupación por las tropas alemanas.
"Entonces vivimos muchas penurias y pasamos muchísima hambre", relataba. Pero entre tanto sufrimiento, surgió el amor. Concha y sus padres vivían en una casa de alquiler propiedad de un matrimonio, de cuyo hijo se enamoró. "Me gustó mucho nada más verlo, pero tenía novia", añadía.
La vida de él, Gabriel Torralba, un francés de padre español, tampoco fue fácil. Al poco tiempo de conocerlo, por unirse a la resistencia, se lo llevaron al campo de concentración de Auschwitz. en Polonia. Cuando lo liberaron, regresó con 30 kilos menos pero no se adaptaba, ni quería hablar de lo que había sufrido..
En 1977 decidieron poner fin al exilio y se vinieron a vivir a una urbanización de Dos Hermanas. A pesar de su avanzada edad, Concha Ramirez, siguió siendo una mujer muy activa. Hablaba y escribía perfectamente francés y alemán. Con más de 90 años todavía conducía su propio vehículo y le encantaba leer.
Nunca olvidó a su profesor y las visitas que hizo con su padre a la tumba del poeta en el cementerio de Colliure en Francia.
Conocí a Concha en unas jornadas sobre la guerrilla antifranquista en Madrid, organizadas por AGE, en la primavera del año 2000. Como ella residia en Sevilla, volvimos juntos en el tren. Durante el trayecto me contó algunos episodios de su vida y me regaló un ejemplar de sus primeros diarios que costeó personalmente. Desde entonces hicimos buena amistad y comenzó a colaborar activamente con la Asociación Guerra-Exilio y Memoria Histórica de Andalucía que presido, por diversos locales sociales y centros educativos. Incluso, en una ocasión celebramos un acto con ella en mi pueblo natal, Los Corrales.
Concha Ramiréz nació en 1923 en Melilla, donde su padre, el coronel republicano Ángel Ramírez, estaba destinado desde la guerra con Marruecos. Después se trasladó a Madrid en 1936 y allí, con 13 años conoció al poeta. Fue a esa edad cuando comenzó a escribir su diario que fue publicado muchos años después.
Recordaba perfectamente el golpe de estado franquista, los bombardeos sobre la capital y el traslado a Valencia, siguiendo los mismos pasos de Machado.
De Valencia pasaron a Figueras, donde estuvieron un tiempo antes de poder cruzar la frontera para exiliarse en Francia. Los primeros meses fueron tranquilos para su familia, hasta que se produjo la ocupación por las tropas alemanas.
"Entonces vivimos muchas penurias y pasamos muchísima hambre", relataba. Pero entre tanto sufrimiento, surgió el amor. Concha y sus padres vivían en una casa de alquiler propiedad de un matrimonio, de cuyo hijo se enamoró. "Me gustó mucho nada más verlo, pero tenía novia", añadía.
La vida de él, Gabriel Torralba, un francés de padre español, tampoco fue fácil. Al poco tiempo de conocerlo, por unirse a la resistencia, se lo llevaron al campo de concentración de Auschwitz. en Polonia. Cuando lo liberaron, regresó con 30 kilos menos pero no se adaptaba, ni quería hablar de lo que había sufrido..
En 1977 decidieron poner fin al exilio y se vinieron a vivir a una urbanización de Dos Hermanas. A pesar de su avanzada edad, Concha Ramirez, siguió siendo una mujer muy activa. Hablaba y escribía perfectamente francés y alemán. Con más de 90 años todavía conducía su propio vehículo y le encantaba leer.
Nunca olvidó a su profesor y las visitas que hizo con su padre a la tumba del poeta en el cementerio de Colliure en Francia.
Que la tierra te sea leve, amiga y compañera Concha.
Entrevista a Concha Ramirez en 2014:
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