miércoles, 22 de julio de 2015

Carta de Carlota Leret en el aniversario del golpe de estado de 1936


Insertamos a continuación la carta de Carlota Leret O’Neill, hija del capitán Leret, fusilado el 18 de julio de 1936 por permanecer leal a la República:


Este 17 de julio del 2015 se cumple un año más del Golpe de Estado dado por los militares facciosos, la falange, la iglesia y la burguesía española en contra de la República. Con esa insurrección militar se detuvo el proceso de cambios políticos y sociales iniciado por la República, con los que se apuntaba a transformar España, de una sociedad feudal y clerical, en un Estado moderno; el efecto inmediato del alzamiento fue eliminar las conquistas sociales que la Constitución de 1931 había consagrado en favor de los campesinos, los obreros y las mujeres.

Siguiendo las instrucciones del General Mola, en aquellas zonas donde los sediciosos habían alcanzado un triunfo inmediato, pronto empezó a correr la sangre y se inició una purga salvaje contra los partidarios de la República, la gente de pensamiento de izquierda y los masones. Esa represión brutal se extendió por toda España y, con el triunfo de los alzados, duró más de cuarenta años. Tras una parodia de democracia, los herederos de la dictadura siguen sin reconocer sus atrocidades y sin hacer justicia a las víctimas.

A quienes sufrimos ese terrorismo de Estado se nos han negado todos los derechos, incluyendo la negativa a reconocer que también somos “victimas del terrorismo”. Manteniendo los lazos con un pasado que no les avergüenza, ahora los hijos y nietos de los franquistas están pidiendo que se anule la tibia Ley de la Memoria Histórica que se promulgó en el gobierno de Zapatero y que, hasta la fecha tampoco no se ha cumplido.

La estatua de Franco enfrente del puerto de Melilla, así como la lápida que le rinde tributo en la calle de Castillejos N° 1, son sólo un ejemplo de la falta de compromiso con los valores democráticos que, si bien se extiende por toda España, resulta más infame y siniestro en la ciudad de Melilla, que es precisamente donde comenzó el alzamiento militar. No se trata de simple indiferencia con el dolor de las víctimas; se trata de un firme compromiso con el ideario fascista.

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