lunes, 13 de diciembre de 2010

EL HOMBRE ENFERMO. UNA SOCIEDAD ENFERMA

Por Juan Barceló miembro de la Junta Directiva de AGE

Nadie duda de lo fuerte y profundo de esta situación de crisis que atravesamos. Ni de que esto no ha hecho más que empezar y que lo fuerte está por venir todavía y que habrá muchos años de dificultades.
De hecho los que desde la banca, las inmobiliarias o el poder político afirman cada seis meses que dentro de seis meses se empezará a salir, no hacen más que intentar evitar que se desarrollen situaciones sociales violentas que necesariamente se dirigirían contra todos ellos.
Una sociedad en crisis puede ser una sociedad enferma o una sociedad fundamentalmente sana en desarrollo.
Crisis es lo que se tiene cuando se pasa de la infancia a la juventud, cuando se pasa de la juventud a la madurez o cuando se pasa de la madurez a la vejez, y un organismo sano con una mente sana pasa por esas necesarias crisis para mejorar y alcanzar en su vejez una sabiduría y un aplomo llenos de dignidad, pero un organismo enfermo, cuando se ve precisado a atravesar una situación de crisis, corre el grave peligro de ser arruinado y destruido.
Y en todo caso si el mal se localiza en un brazo, una pierna, un pulmón, u otro órgano no decisivo, incluso puede ser que la crisis ayude a superarlo, pero si el mal se encuentra en el corazón, la cabeza o el hígado, intentar atravesar una crisis no puede sino llevar a todo el organismo a su ruina y destrucción.
Una sociedad es como un organismo, es un conjunto de ciudadanos que conviven y se complementan, como los órganos de un cuerpo. Las crisis actúan en ella igual que en un organismo cualquiera.
Si en esa sociedad hay ciudadanos enfermos, y los hay en toda sociedad, la crisis puede hacer que el organismo decida ignorarlos, ayudarles, o ser destruido por ellos, depende de dónde se encuentren y qué papel jueguen en esa sociedad.
Por desgracia de momento las cosas están muy mal, pero no han llegado todavía a atacar la esencia de esta sociedad.
No podemos tener una crisis y pretender atravesarla con el corazón, el hígado y la cabeza enfermos.
El corazón son quienes impulsan la vida de la sociedad, y en vez de ser la gente trabajadora, los que estudian, o los que dan buenas directrices sociales, son actualmente poderosos empresarios sin escrúpulos, banqueros, políticos corruptos, ideólogos de la demagogia y el fanatismo.
El hígado son quienes producen la sangre que mantiene la vida, y en vez de ser jóvenes animosos, gente madura llena de curiosidad e inquietud, o sabios mayores, son trileros de barrio, matones, vendedores de humo, especuladores, viejos avaros.
La cabeza son quienes la sociedad elige para que gestione, organice y dirija a todo el organismo, y hoy por hoy están bajo sospecha, bajo investigación criminal por toda la sociedad y hasta por la justicia.
Hay dos formas de cambiar las cosas, por el debate sereno, con votaciones y respeto a los demás, o directamente, la segunda opción es generalmente muy peligrosa y tiene una gran probabilidad de acabar muy mal, la primera es una decisión social: es el movimiento ciudadano, la movilización civil y social, y hasta las elecciones democráticas como una parte más, aunque no la principal precisamente, de esa vida ciudadana.
No podemos seguir gobernados por enfermos, trileros y corruptos. Nuestro corazón es una verdadera organización criminal, nuestro hígado es un fantasma vacío y estéril, pero lo peor es que nuestra cabeza son unos hombres enfermos, unos desahuciados morales, y algunos incluso cadáveres sin enterrar que no saben que están muertos, zombis.
Es preciso elegir, es preciso cambiar, pero cambiar muy profundamente, no cambiar enfermos por enfermos, criminales por criminales y trileros por trileros. Eso o nada, ese es el cambio, literalmente eso o nada.

1 comentario:

  1. una sociedad enferma,
    políticos corruptos,
    individuos enfermos.

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