Svetlana Pozharskaya y Pelai Pagés en casa de éste. Barcelona, 2004 |
El día 12 dediciembre falleció Svetlana Pozharskaya a quien conocí en Moscú, en septiembre de 1987. Había ido a la capital de la aún Unión Soviética con motivo de la celebración del setenta aniversario de la revolución rusa. La Asociación de Historia Contemporánea de Europa había organizado un Congreso en la capital soviética para conmemorar el evento. Eran tiempos de cambio, de perestroika y de glasnot, los primeros años de las reformas de Gorvachov en los que aún no se vislumbraban las transformaciones radicales que acabarían sucediendo pocos años más tarde, pero cuando ya se había iniciado la abertura hacia Occidente y la nueva generación que ostentaba el poder en Rusia quería ofrecer la cara más amable hacia los extranjeros. Éramos numerosos los historiadores que habíamos ido a Moscú procedentes de la práctica totalidad de países europeos, además de los Estados Unidos de América y del Canadá.
El Congreso lo organizaba el Instituto de Historia Universal de la Academia de Ciencias de Moscú y yo -el único representante procedente del Estado español- fui acogido desde el primer momento por Svetlana y sus alumnos. Enseguida me dí cuenta de que me hallaba ante una personalidad muy particular. Por un lado ante una hispanista de primera fila que había conseguido formar escuela en el sentido más clásico del término. Alumnos dedicados a la historia de España capaces de vibrar con la lengua y con la historia como si fuera la propia. Estas sensaciones sólo son capaces de trasmitirlas auténticos maestros que aman intensamente su profesión y el objeto de su estudio. Me dí cuenta enseguida que Svetlana había sabido transmitir a sus alumnos su interés, su vivo interés, su auténtica pasión, por la historia de España.
Porque Svetlana llevaba ya media vida trabajando en ello. Su último libro, que publicó en ruso, se titulaba Francisco Franco y su tiempo y no ha podido experimentar su ilusión de verlo publicado al español. Pero antes había escrito y publicado muchísimos más trabajos, desde su iniciales estudios sobre el Partido Socialista Obrero Español durante los años de la Segunda República, hasta los estudios sobre la política exterior de España y sus relaciones con los Estados Unidos, sobre la diplomacia secreta española durante los años de la Segunda Guerra Mundial o sobre la División Azul que combatió en el frente ruso durante la guerra mundial. Había estudiado también las relaciones entre España y Rusia a lo largo del siglo XIX. Desde 1965 había sido además redactora jefe de la publicación "Problemas de la Historia de España".
Cuando le pedí a principios de este siglo si quería formar parte del Consejo asesor de una revista dedicada a la guerra civil -"Ebre 38"-, no sólo no puso ningún impedimento sino que para el primer número nos escribió, en inglés, un artículo especialmente importante: "Comintern and the spanish civil war in Spain", donde estudiaba la política desarrollada por Stalin y la Internacional Comunista durante la guerra civil española.
Volví a ver en otras ocasiones a Svetlana: de nuevo en Moscú, pero ya en otro marco, en 2005, y sobre todo en los frecuentes viajes que hizo a Barcelona. Recuerdo especialmente el año en que quiso celebrar su aniversario con nosotros -y lo hicimos en un restaurante del puerto de la ciudad condal- y el encuentro que le organicé en el año 2000 con mis estudiantes de la Facultad de Geografía e Historia. Fue un encuentro emotivo, que tuvo lugar en el marco de la Caravana de la Memoria, que había organizado AGE y en el que participaban además antiguos brigadistas y otros excombatientes de la guerra de España. Svetlana, en su intervención, demostró lo que en aquellos momentos ya sabía. Trató a mis estudiantes como si fuesen los suyos y les supo transmitir su pasión y su ilusión por la historia de España, como si fuera la suya propia.
Porque Svetlana era una historiadora y una Hispanista, con mayúscula, a la que sin ninguna duda seremos muchos quienes la encontraremos a faltar.
Pelai Pagès
Universitat de Barcelona
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